…aumentan las patrañas de la falsificación de la Historia de Europa en el siglo XX…
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Pero yo me he limitado a dar los nombres de las personas que dirijían entonces los destinos del Gulag, de los jefes de la NKVD, de los directivos de la Construcción del Canal del Mar Báltico. Aquí están los principales. Yo no tengo la culpa de que todos ellos sean de procedencia judía. No se trata de una selección artificial realizada por mí. La separación la ha hecho la historia (Alexandr Sozhenitsyn, Alerta a Occidente, Barcelona, Acervo, 1978, p. 256).

El trabajo ha recopilado documentación aportada por más de 400 investigadores e incluye también relatos de primera mano de las víctimas que describen con precisión cómo funcionaba el sistema y cuál era su propósito. Para algunos analistas, el hallazgo no sólo es una herramienta fundamental para estudiosos y supervivientes sino un argumento más para combatir a los revisionistas y negacionistas del Holocausto.
Por lo que respecta a la represión en la zona republicana, fue más pasional y como respuesta a los acontecimientos. Al principio, fue una reacción espontánea y defensiva frente al golpe militar, que después fue intensificándose con las noticias que difundían los refugiados sobre las atrocidades de los militares y con los bombardeos rebeldes (Preston, P., L’holocaust español, Barcelona, Base, 2011, p. 12, traducido del catalán al castellano).

Según Megargee y Dean, entre 15 y 20 millones de personas murieron o fueron prisioneras en algunas de las instalaciones que el régimen nazi creó en Alemania o en sus países ocupados desde Francia a Rumanía, y que ahora se identifican en una gran enciclopedia cuyo último volumen está previsto que vea la luz en 2025.
Víctimas alemanas del “humanitario” plan Kaufman-Morgenthau de exterminio racial. No hubo gaseamento previo: quemadas vivas.

Hasta que comenzó la guerra, y sobre todo a partir del ataque contra la URSS, no se produjo el desencadenamiento del terror nazi cuyo balance resumido es el siguiente: 15 millones de civiles muertos en los países ocupados; 5,1 millones de judíos; 3,3 millones de prisioneros de guerra soviéticos; 1,1 millón de deportados muertos en los campos, varios centenares de miles de gitanos. A estas víctimas se añadieron 8 millones de personas condenadas a trabajos forzados y 1,6 millones de detenidos en campos de concentración que no fallecieron (El libro negro del comunismo, Stéphane Courtois et alii, Barcelona, Planeta, 1998, p. 29).
La edición francesa original de esta obra es del año 1997 y ya entonces se publicaban los cómputos de victimización que la presunta investigación difundida por El País pretende vender a bombo y platillo como un “descubrimiento”. Un dato importante de la cita anterior es que no se detecta “terror nazi” hasta que comienza, dice el autor, el ataque a la URSS. En realidad la política alemana de genocidio sólo se desencadenó cuando los nazis fueron conscientes del plan de exterminio aliado, publicado el 28 de febrero de 1941 y llevado a la práctica por Londres mediante una guerra aérea totalmente ilegal, cuyo objetivo no eran las instalaciones o fuerzas militares alemanas, sino los civiles. Rusia habíase negado a firmar la Convención de Ginebra y Moscú hacía ya décadas que esclavizaba y liquidaba en masa de forma sistemática a toda su población en campos dirigidos mayormente por judíos. Estos hechos, que en la percepción de Hitler confirmaban buena parte de los tópicos de la ideología nazi, explican la despiadada política de Berlín en el frente oriental, que fue “reactiva” a las fechorías del “judeobolchevismo” y del sionismo, y comportó el asesinato de 3,3 millones de prisioneros soviéticos, además de la infame masacre de un millón de civiles judíos (también ancianos, mujeres y niños) por los Einsatzgruppen. Los comisarios políticos comunistas eran ejecutados sobre el terreno. Hitler pensaba que los bombardeos británicos respondían a un “plan judío” (elaborado por Theodor N. Kaufman). Por ese motivo los aviadores ingleses prisioneros, pese a tratarse de auténticos criminales de guerra, fueron en cambio respetados por las autoridades de los campos. En contrapartida, los ingleses cumplieron la Convención de Ginebra con los soldados alemanes capturados; no así los norteamericanos y los franceses, cuyos militares cautivos, empero, sí habían sido amparados por el Tercer Reich. La respuesta de Hitler: ejecuciones masivas en el frente oriental. Por otra parte, si las cifras de civiles fallecidos por cualquier circunstancia como consecuencia de la guerra se suman a las cifras de un genocidio (cosa que estamos dispuestos a admitir, pero en todos los casos de genocidio y no sólo en aquellos que interese a la oligarquía sionista ventilar en términos de propaganda), el crimen de masas perpetrado por los aliados contra el pueblo alemán es tan “causal” como descomunal, único en la historia, y las 600.000 víctimas del ataque aliado a Iraq (2003) son también “víctimas de un genocidio” (y entonces hasta el meapilas católico José María Aznar tendría que responder). Por supuesto, siempre que se trate de cargarle muertos a Hitler sin tasa ni medida bastará con afirmaciones (basadas en “relatos”) o en conceptos tan difusos como “murieron o fueron prisioneros”. De suerte que esas presuntass víctimas se convertirán en ocasiones en curiosos cadáveres postulantes al estilo de Enric Marco, Jerzy Kosinsky o Binjamin Wilkomirsky… Olvídanse mientras tanto las other losses (“otras pérdidas”), personas exterminadas bajo la acusación de “fascistas” o por el simple hecho de ser alemanas, las cuales parecen no existir para esos mismos “investigadores” a sueldo de Tel Aviv. Si se trata de hacer “ampliaciones”, también nosotros podemos hacerlas, aunque desde luego no aparecerán publicadas en el diario “El País”. Limitándonos al “judeobolchevismo”, aquel régimen que fuera, para Hitler, el verdadero enemigo a batir: el escritor francés Alain de Benoist aporta la siguiente lista bibliográfica con títulos que la mayoría de los ciudadanos ignoran porque los diarios se encargan de silenciar esta información:
Mientras que S. Courtois evalúa en 20 millones el número de víctimas en la URSS, S. Brzezinski (The Grand Failure. The Birth and Death of Communism in the 20th Century, Scribners, Nueva York, 1989) se arriesgaba diez años antes a dar una estimación de 50 millones de muertos. R. J. Hummel, de la universidad de Hawai, estima que el régimen soviético mató a 61,9 millones entre 1917 y 1987 (Lethal Politics. Genocid and Mass Murder since 1917, Transaction Publ., New Brunswick, 1996). R. Conquest, cuyos trabajos (La grande terreur, Stock, 1970, 2ª ed.; La grande terreur. Sanglantes moissons. Robert Laffont, 1995) han afirmado durante mucho tiempo su autoridad, llega a un total de 40 millones de víctimas, sin contar los muertos de la Segunda Guerra Mundial. D. Volkgonov (Le vrai Lénine, d’après les archives secrètes soviétiques, Robert Laffont, 1995) ha hablado de 35 millones de muertos entre 1917 y 1953; J. Julliard, de “40 millones de muertos en la URSS” (“Les plereuses du communisme”, en Le Nouvel Observauteur, 19 de septiembre de 1991, pág. 58); D. Panine, de “60 millones de víctimas”. A. Solzhenitsin, en el segundo volumen del Archipiélago Gulag también daba la cifra de 88 millones de víctimas. Algunos investigadores basan sus cálculos en una evalución del “lucro cesante” demográfico de la población rusa. En 1917, la URSS contaba con 143,5 millones de habitantes. Las anexiones de 1940 sumaron 20,1 millones más, o sea, un total de 163,6 millones. De 1917 a 1940, y luego de 1940 a 1959, el incremento natural hubiera debido de llevar el volumen a 319 millones de individuos. Ahora bien, en 1959 sólo había en la URSS 208,8 millones de habitantes, lo cual significa un “déficit” de 110,2 millones. Si de esta última cifra se deduce el número de víctimas de la guerra (44 millones), el resto, es decir, 66,2 millones de hombres, mujeres y niños representaría el coste humano del sistema soviético (cf. el artículo del demógrafo Kurganov aparecido el 14 de abril de 1964 en el periódico Novie Russkoié Slova, traducción francesa en Est&Ouest, 16 de mayo de 1977). (Nenoist, Alain de, Comunismo y nazismo, Barcelona, Altera, 2005, pág. 14, nota).

20 de marzo de 2013 Monumento al criminal de guerra Winston Churchill en Barcelona. El mapa del horror nazi se ensanchahttp://cultura.elpais.com/cultura/2013/03/04/actualidad/1362429770_809101.html
El total es tan inmensamente superior al que se creía hasta ahora que puede que la historia del Holocausto esté a punto de ser reescrita. De hecho, el hallazgo realizado por Geoffrey Megargee y Martin Dean —principales responsables del proyecto— es de tal envergadura en los números que aporta que ha caído como una auténtica bomba entre los especialistas del horror nazi y la solución final. Según Megargee y Dean, entre 15 y 20 millones de personas murieron o fueron prisioneras en algunas de las instalaciones que el régimen nazi creó en Alemania o en sus países ocupados desde Francia a Rumanía, y que ahora se identifican en una gran enciclopedia cuyo último volumen está previsto que vea la luz en 2025. Los lugares ahora documentados no solo incluyen centros de la muerte, sino también 30.000 campos de trabajo forzado, 1.150 guetos judíos, 980 campos de concentración, 1.000 campos de prisioneros de guerra, 500 burdeles repletos de esclavas sexuales para los militares alemanes y miles de otros campos cuyo uso era practicar la eutanasia en los ancianos y enfermos, practicar abortos y germanizar a los prisioneros.
Hartmut Berghoff, director del Instituto Histórico Alemán en Washington, explica que cuando el Museo del Holocausto comenzó esta meticulosa investigación, “se creía que el número de campos y guetos estaba en los 7.000”. Partes enteras de la Europa en guerra se convirtieron en agujeros negros de muerte, tortura y esclavismo con la creación de campos y guetos durante el reinado de brutalidad de Hitler entre 1933 y 1945. “Ahora sabemos cómo de densa fue esa red, a pesar de que muchos campos fueran pequeños y tuvieran una vida corta”, explica.
En un principio, los campos se construyeron para encerrar a los oponentes políticos del régimen, pero a medida que el nazismo se extendía como un cáncer por Europa, no solo se dio caza a los judíos sino también a gitanos, homosexuales, polacos, rusos, comunistas, republicanos españoles… Dependiendo de las necesidades de los nazis, los campos y los guetos variaban de tamaño y de organización, concluye el estudio. El mayor gueto de triste fama es el de Varsovia, que durante su mayor ocupación albergó a 500.000 personas. El campo más pequeño identificado ahora por los investigadores del Museo del Holocausto tenía a una docena de personas realizando trabajos forzados en München-Schwabing (Alemania). La investigación se ha alargado 13 años, a lo largo de los cuales las cifras del horror fueron creciendo sin parar a manos de los especialistas… hasta llegar a esos 42.500. El mapa que dibujan estos números ofrece una fotografía en la que literalmente no se podía ir a ningún lugar de Alemania sin encontrarse con un campo de trabajo o de concentración. Durante años, muchos investigadores han centrado su trabajo en sacar a la luz a todas las víctimas del Holocausto, que muchos consideraban que era muy superior a la que se cita en los libros de texto. El número de judíos víctimas del nazismo se cifra en seis millones.
La investigación no solo abre la puerta a un nuevo capítulo de lo que la terminología nazi denominó la solución final, sino que posibilitará a los supervivientes del Holocausto presentar demandas o recuperar propiedades que les fueron robadas. Hasta la fecha, muchas peticiones a las compañías de seguro eran rechazadas porque las víctimas decían haber estado en un campo del que no se tenía registro. Eso acaba de cambiar. Aunque en opinión del profesor Berghoff, decir que la historia se va a reescribir sería “una exageración”. “La historia del Holocausto y su dimensión ya se conoce de sobra. Pero estamos sabiendo nuevos detalles, lo que es muy importante y deja los contornos mucho más claros”, apunta. El trabajo ha recopilado documentación aportada por más de 400 investigadores e incluye también relatos de primera mano de las víctimas que describen con precisión cómo funcionaba el sistema y cuál era su propósito. Para algunos analistas, el hallazgo no solo es una herramienta fundamental para estudiosos y supervivientes sino un argumento más para combatir a los revisionistas y negacionistas del Holocausto. El caso personal de Henry Greenbaum, superviviente del Holocausto, de 84 años y que vive a las afueras de Washington, queda recogido en la investigación del Museo. Es un claro ejemplo de la amplia variedad de sitios que los nazis utilizaron para aniquilar a los que consideraban enemigos de su doctrina. Greenbaum pasa hoy sus días mostrando el Museo del Holocausto a los visitantes. En su brazo está tatuado el número que el régimen le asignó: A188991. Su primera reclusión fue en el gueto de Starachowice (en su Polonia natal), donde los alemanes le encerraron a él y a su familia junto a otros habitantes judíos en 1940. Greenbaum tenía entonces 12 años. Su familia fue enviada a morir en el campo de Treblinka, mientras él y su hermana fueron destinados a un campo de trabajos forzados. Su siguiente destino fue Auschwitz, de donde fue sacado para trabajar en una fábrica —también en Polonia— y después enviado a otro campo de trabajo en Flossenbürg, cerca de la frontera checa. Con 17 años, Henry Greenbaum había pasado por cinco encierros distintos e iba camino del sexto campo cuando fue liberado por los soldados norteamericanos en 1945.
Fuente: EL PAÍS, 8 de marzo de 2013
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Etiquetas: Alemania, Antropologia, Historia, Política
“El mapa del horror sionista se ensancha”
5 comentarios-
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1 – 5 de 5
según información asociada al museo del holocausto (http://www.ushmm.org) consistía de, cito “consisting of 12 to 14 men”. los reclusos iban en invierno a trabajar en Swechster Pia, nombre que recibe de una monja que acompañó a los freikorps en 1921 aproximadamente, de nombre Eleonore Baur.
el documento (http://www.ushmm.org/wlc/es/article.php?ModuleId=10007389) no consigna si los 12 o 14 hombres o mujeres eran siempre los mismos durante toda la guerra.
ahora bien, veamos el contexto en el que éste ejemplo de una docena de prisioneros se expone:
“El mayor gueto de triste fama es el de Varsovia, que durante su mayor ocupación albergó a 500.000 personas. El campo más pequeño identificado ahora por los investigadores del Museo del Holocausto tenía a una docena de personas realizando trabajos forzados en München-Schwabing (Alemania).”
¿por qué el autor, que debería de contar con nueva información pertinente (“entre 15 y 20 millones de personas murieron o fueron prisioneras“) sólo expone un hecho casi nimio en comparación a la cifra que desea consignar?7:06 p.m.
http://www.ushmm.org/research/center/encyclopedia/
y se limitó a barajar datos de la red, como un copiar y pegar,
http://www.ushmm.org/remembrance/survivoraffairs/meet/detail.php?content=greenbaum
me queda claro que estamos ante un periodista y un periódico en nada interesados en la verdad, y sí en los títulos sensacionalistas
la enciclopedia indica la existencia de “a vast universe of facilities”
que evidentemente servirían de red a “Auschwitz, Dachau, Treblinka, and Warsaw”
noto que el dato de entre “15 y 20 millones” proviene del autor. no de la enciclopedia. hay extractos en google books.7:21 p.m.
el texto de la periodista habla de burdeles llenos de esclavas sexuales…
… la enciclopedia, no.
¿con esta construcción inútil y artificiosa que nada hace por el dolor de quienes sí sufrieron y que invita a dudar de mucho pretende servir?
liberales vende humo, arruinan al pueblo con sus lágrimas de cocodrilo y sus otros genocidios convenientemente olvidados.
zánganos.7:26 p.m.
Pero no olvidemos que la verdad sigue siendo ocultada. Existen MILES DE DOCUMENTOS clasificados sobre la Segunda Guerra Mundial en manos de Rusia, Gran Bretaña y Estados Unidos. Desde luego, si no los publican no será porque añadan “horror” al nazismo, sino porque no les interesa publicarlos, porque esos documentos deben acabar de un plumazo con la “ideología del Holocausto”. No es de extrañar que algunos personajes relevantes como Churchill, en sus escritos, no hayan hablado de “el Holocausto”. Quizá conocían algunos de esos documentos clasificados y no querían quedar ante la posteridad como unos mentirosos. !Pues algún día se tendrán que desclasificar!
Quizá entonces la raza blanca ya no exista y carezca de importancia a efectos políticos, pero desde este mismo momento, y con todo lo que sabemos, podemos empezar a sacar las consecuencias de que existan esos documentos clasificados y que, algunos de ellos, filtrados por Wikileaks, ilustren y confirmen el plan de exterminio contra el pueblo alemán.6:19 a.m.